SILENCIOS ASTRALIZADOS
Mientras yo escribo,
Dios esta sembrando entre las estrellas
y el mar cubre de sal las arenas con los dedos de sus olas.
Mientras por los socavones camino
tactando con mi mano el abandono,
el cobre corre por los piques
como un vertical río llevándose
piedra a piedra nuestra vida.
Hundo mi lámpara de grillo
en lo que yace muerto y aún respira,
buscando entre la madera que lenta muere,
entre subterráneas desolaciones que se oxidan,
el lucero que ahora es un planeta muerto.
Sé que aquí estuvieron los hombres
con el pecho lleno de esperanza,
sé que aquí en estas galerías
entregadas a obscuras sustancias de tiempo
el sudor coronó frentes nobles,
que la dinamita y su relámpago breve
rompió la piedra y el tiempo.
Sé que aquí estuvieron los hombres.
¿ Dónde ahora andan sus pasos?
¿ Bajo qué árbol miran caer la tarde?
¿En qué copa beben?
¿En cual fragmento de tierra quieta
descansa el mineral de sus huesos
para ir a sacar más cobre?
Después de esta luna
¿Adónde iremos nosotros
a depositar nuestros huesos?
¿En qué mar, en qué hembra,
en qué copa nosotros beberemos?
¿Qué luna rodará por la noche,
qué nombre tendrá el mes,
qué número tendrá el año,
cuál será la hora que abrirá sus brazos
cuando en el último disparo,
en el último puñado de piedras
exhalará su último rocío cobrizo este mineral?
¿Quién vendrá entonces
a buscar nuestros nombres a estos socavones?
¿Quién soplará en el recuerdo
preguntando a estas piedras por la vida,
que aquí, entre este cobre, vivimos?
¿Qué mano sacudirá nuestros huesos
buscando lo que de este silencio astralizado
en el corazón escondido nos llevamos?
¿Quién de pie frente a nuestra tumba
alzará su poética ráfaga de auroras
y dirá: Levántate y barrena?